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El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares

poster miss peregrineTim Burton sigue haciendo apología de lo raro, o lo peculiar en este caso. Sus historias siempre han dejado entreverse como una terrorífica oda de amor a lo diferente, y no tiene por qué gustarte especialmente su estilo para apreciar el subtexto de sus filmes, que esconden y no sutilmente, una sana y respetuosa mentalidad humanista.

La decimoctava película del director californiano se basa en la novela homónima de Ransom Riggs. El joven escritor se basó, a su vez, en unas viejas fotografías trucadas para escribir el relato, que se convirtió en un éxito literario a nivel internacional y parecía predestinada a ser adaptada por el carismático realizador.

collage miss peregrineEn El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares vuelve a jugar al contraste entre dos mundos diametralmente opuestos: la grisácea, aburrida y monótona vida real ante el multicolor y extravagante universo fantástico, algo así como Alicia cruzando el espejo al estilo de Los mundos de Coraline (2009) o la burtoniana La novia cadáver (2005). De nuevo se repite la pauta donde, a modo de paradoja, el aparentemente mundo oscuro y terrorífico es el que tiene la paleta de colores más generosa y la luz más impresionista, susurrando a gritos dónde reside para Burton la emoción y la aventura.

La historia recuerda un tema muy recurrente en los relatos de Burton y es, en esencia, la de un grupo de inadaptados con alma bizarra buscando su sitio en un mundo de etiquetas y prejuicios, algo a lo que Burton siempre ha tenido especial alergia. Como es habitual, estos freaks acaban encontrando en sus peculiaridades aquello que los hace brillar en un cielo de vulgaridad y monotonía. Resiliencia pura, y buen mensaje para todo aquel que siempre se haya sentido malviviendo a contracorriente del resto.

miss peregrine niños 2El considerado George Méliès contemporáneo ha mostrado a lo largo de su carrera debilidad por este tipo de personajes. Como él mismo ha expresado en más de una ocasión, en su solitaria infancia solía substituir a otros críos por monstruos y criaturas imaginarias de toda índole. Es lógico considerar, siendo así, a Eduardo Manostijeras, Willy Wonka, Ed Wood o Victor Van Dort alter egos del peculiar realizador.

En esta ocasión, el grupo protagonista es una suerte de familia circense a lo Freaks (1932), y hasta rememora el alocado séquito de pacientes de Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), en lo que también parece encajar un furibundo mensaje anti-opresión/pro-solidario.

freaks  miss peregrine niñosLa encantadora Eva Green interpreta a Miss Peregrine, la institutriz de los niños y algo así como una Mary Poppins/Nanny McPhee, aunque con un aurea algo más feroz y oscura que las niñeras mágicas. Miss Peregrine ahueca bajo su atezada ala la fortaleza y sensibilidad suficientes como para ofrecer a los niños la figura materna que les falta en sus vidas.

miss peregrine eva greenLa capacidad hipnótica de su fotografía, que sigue la estela de anteriores filmes de Burton, viene de la mano y ojo del francés Bruno Delbonnel, que en los últimos años ha trabajado con el director en Dark Shadows (2012) y Big Eyes (2014).

La última pieza a destacar del conjunto es la absorbente y climática música, que encaja como anillo al dedo en el claro-obscuro filme, orquestada por Matthew Margeson y Mike Higham. En esta ocasión no colabora, como es habitual, con el polifacético Danny Elfman. Pero no os preocupéis, la substitución es más que correcta.

elfman burtonCon su habitual estética gótica, elementos fantásticos y puntos sádico-cómicos, Burton no olvida su toque personal, aunque algo (pequeño pero significativo) de su encanto particular se ha ido diluyendo con los años. El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares parece querer encontrarse con anteriores trabajos mucho más logrados de Burton, pero a pesar de que algo de ello se intuye, nunca parece alcanzar las cotas del atmosférico terror de Sleepy Hollow (1999) o el del discreto encanto del inadaptado (una suerte de Frankenstein) que transmite con Eduardo Manostijeras (1990).

Tim Burton es un hombre de cuerpo y un niño de corazón, un artista de una gran sensibilidad y un romántico empedernido con alma gore;  pero su cine no es el que era. En esta ocasión presenta las piezas del juego con mucho mimo y arte, y la primera mitad del filme parece crecer con el espíritu burtoniano más honesto, pero al final no consigue evitar ceder el protagonismo a los efectos especiales. La exagerada batalla final tropieza como el resolutivo conflicto de Alicia en el País de las Maravillas (2010), perdiendo toda su fuerza narrativa y su economía expresiva inicial en favor de la espectacularidad visual. No hacía falta, y es un buen ejemplo del errático “más es menos” que impera en las películas del panorama hollywoodiense actual. Aunque lo intenta, Burton no consigue ser peculiar en una industria cada vez más digital y menos casera. Una lástima.

Nota: 6/10

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