Ben Stiller repite como director y protagonista en la segunda entrega de la exitosa comedia sobre el mundo de la moda, Zoolander (2001), retomando el papel del supermodelo corto de miras pero de poderosa mirada, Derek Zoolander.
Stiller empezó como director en los 90 con Bocados de realidad (Reality Bites, 1994) y Un loco a domicilio (The Cable Guy, 1996), para luego entrar de lleno en la comedia absurda con Zoolander. Más adelante presentó la que es en mi opinión la mejor de su filmografía como realizador: Tropic Thunder (2008), una descarada parodia sobre el mundo del cine y las exageradas grandilocuencias de actores, productores y directores (no hay nada más efectivo que reírse de uno mismo). Después llegó la más pretenciosa de sus películas, la estéticamente atractiva aunque demasiado consciente de si misma La vida secreta de Walter Mitty (The Secret Life of Walter Mitty, 2013).
En esta ocasión, vuelve a retomar las riendas de la comedia surrealista con vocación paródica que mejores resultados le ha dado. Para completar el guion, contó con la ayuda del actor Justin Theroux (que también retoma su personaje en la película), el director Nicholas Stoller y el co-guionista de la primera parte, John Hamburg.
En Zoolander 2, nos situamos unos años después de los acontecimientos de la primera entrega, donde parece ser que el final feliz de nuestro protagonista duró bien poco: el colegio que fundó se hundió (el tarado se dejó llevar por su agigantado ego y diseñó él mismo el edificio), y con él se llevó de una barrida la vida de Matilda, su reciente mujer e interés romántico de la primera entrega. El famoso modelo se queda solo y devastado criando a un hijo pequeño, pero su inmadurez como padre y su vasta estupidez lo llevan a perder la custodia del niño, y con ella toda esperanza de retomar su vida. Abandona el mundo de la moda y se aísla en un “choza” cual alienado ermitaño, aunque su ridículo instinto por la moda lo acompaña incluso en las peores de las circunstancias.
Paralelamente, el amigo Hansel McDonald (Owen Wilson) también se ha apartado del glamuroso mundillo para tener su propia familia, en lo que parece ser una relación sentimental múltiple de lo más bizarra, donde no falta un celoso y paródico Kiefer Sutherland.
Pero una serie de acontecimientos extraños por todo el mundo llevarán a los dos amigos a volver a las andadas. Una organización secreta parece estar eliminando todos los famosos atractivos del mundo (de ahí Justin Bieber en el tráiler), y el último gesto que parecen esgrimir las víctimas es la famosa mirada “Blue Steel”. Derek y Hansel serán llamados a filas por una excéntrica reina de la moda rusa, Alexanya Atoz (Kristen Wiig). En la ridícula misión los acompañará la explosiva agente secreta Valentina Valencia (Penélope Cruz).
Derek y Hansel se encontrarán que los años ausentes de las pasarelas les han pasado factura y ya no están tan en boga como lo estaban antes. Su viaje consistirá en explorar su “madurez” interna (Derek buscará a su perdido hijo y Hansel su perdido valor para ser padre) a la vez que investigan el misterio que los ha reunido. Y atentos, que puede que reaparezcan fantasmas del pasado.
Zoolander 2 es más de lo mismo. Una trama ridícula y sin mucho sentido en favor de una serie de gags cómicos y una montaña de cameos que, admitámoslo, decoran muy bien la película (Benedict Cumberbatch, Sting, Susan Boyle, Lewis Hamilton, Skrillex, Katy Perry, John Malkivoch, Susan Sarandon…antes terminaríamos con los que no están). Además, no os perdáis la creativa campaña publicitaria que hicieron para la película, algo ya típico en los filmes de Stiller.
Han perdido la sátira del mundo de la moda de vista y el argumento es poco más que un petardo, pero si vas al cine con intención de disfrutar de la surrealista pirotecnia y no tomarte nada en serio, conseguirás pasar un buen rato. Yo lo hice.