Tras su éxito entre diciembre de 2017 y enero de 2018, Iphigenia en Vallecas regresa al Teatro Kamikaze de Madrid, donde podrá verse hasta el próximo día 29 de julio. Antonio C. Guijosa dirige este monólogo o narración dramatizada basado en la pieza teatral Iphigenia in Splott, del galés Gary Owen, que protagoniza la actriz María Hervás.
Unas cuantas cajas amontonadas, parte de una alambrada, un par de neumáticos viejos y un atril del que pende un calendario. Este es el decorado de Iphigenia en Vallecas, que evoca las calles del barrio de Palomeras y se convierte, a medida que avanza el espectáculo, en un piso, el aparcamiento de un centro comercial, una discoteca, un hospital, una ambulancia, un arroyo y otros tantos lugares de la provincia de Madrid.
Una Iphigenia muy lograda
Iphigenia, Iphi para los amigos, es una joven barriobajera y ordinaria que se pasa los días bebiendo y consumiendo drogas, acompañada de un novio que apenas le gusta, hasta que un encuentro muy especial, al que parece estar destinada, desencadena una serie de acontecimientos que le cambian la vida y de los que no sale bien parada.
María Hervás encarna a una Iphigenia más que creíble, dominando cada gesto, sonido y onomatopeya y dotando al personaje de una risa distintiva. La actriz, que ganó el XXVII Premio Unión de Actores a la Mejor Actriz Protagonista por este papel, despliega sus artes como narradora y un gran juego de voces, transformándose, sin despeinarse, en personajes variopintos: la abuela, el novio, la compañera de piso, la matrona, una mujer embarazada y su marido, el amante, el amigo del amante, una mujer del barrio con varios hijos…
Iphigenia y sus circunstancias
Iphigenia cuenta su historia a los espectadores, rompe la cuarta pared y se dirige a ellos, nos increpa, nos pregunta, especialmente al comienzo y al final del espectáculo. Se trata de un ejercicio de empatía, e incluso de compasión, en que nos descubre la pobreza de su barrio, la falta de medios, sus razones, sus sufrimientos y, en definitiva, sus circunstancias y las de todas aquellas mujeres en su situación, que han corrido su misma suerte; nos invita a pensar antes de considerarla un ser inferior, de juzgarla y llamarla ‘guarra’ o ‘quinqui de mierda’.
Aunque se plantea cambiar de vida, los sacrificios que Iphigenia realiza por el bien de otros truncan un posible futuro, quedando atrapada de nuevo en la mala vida, en el alcohol y las drogas, que le ayudan a sobrellevar sus penas. Así lo dice ella desde el comienzo de la función: su vida consiste en beber hasta no poder más, tener resaca unos días y volver a beber de nuevo, dejando pasar el tiempo y la vida. Quizá la música de piano en los momentos más dramáticos añade un sentimentalismo exagerado.
Llanto, risa y poesía
Más allá de la dimensión trágica de la obra, Iphigenia es un personaje cómico, que provoca las risas del público con su relato. De hecho, crea un espacio seguro, de complicidad, donde el espectador más compasivo se desinhibe, riendo sin pudor ante los insultos, burlas y comentarios más crueles y macabros sobre el aspecto físico, la edad y las características de los personajes que la rodean.
El lenguaje de Iphigenia oscila entre lo vulgar y lo poético a la hora de describir las escenas más tórridas de su historia. A medida que la narración avanza, el personaje adquiere gran humanidad, resaltándose el contraste entre su mundo interior y su realidad. De ahí que no nos asombremos cuando encuentra la belleza o experimenta la felicidad mientras contempla los lugares más desolados y contaminados, a pesar de estar “sin novio, sin casa, sin dinero”.
Una historia muy actual
Si bien se trata de una tragedia de reflexiones y temas universales, que trasciende nuestra época, Iphigenia en Vallecas tiene lugar durante la crisis económica y es un retrato de nuestra realidad, que menciona el whatsapp, fundamental para el desarrollo de los acontecimientos, la aplicación Wallapop y la canción de La gozadera.
Los espectadores viajamos con Iphigenia hasta su desesperación más profunda, que termina reprochándonos a la cara una vez se encienden las luces de sala. Cada uno de nosotros considerará si sus sacrificios merecen la pena, si existe o existirá una posible solución, si hemos de sentirnos culpables o avergonzados, si llevaremos la lección con nosotros fuera del teatro. Ponerse en el lugar del Otro, darle voz y ver el mundo a través de sus ojos es, en mi opinión, un objetivo primordial del teatro, que Iphigenia en Vallecas cumple a la perfección. ¿Se atreven?
Información práctica
Dónde: Pavón Teatro Kamikaze (Calle de Embajadores, 9, Madrid)
Duración de la obra: 1 hora y media aprox.
Precio de las entradas: a partir de 16 euros
Horarios: hasta el 29 de julio
• Viernes: 22:30h
• Sábados: 21:30h
• Domingos: 18h
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