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Ray Collins’ Hot Club y Los Locos del Oeste, puro swing y rockabilly

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Foto: Clara Orozco

Neo swing, jazz, rockabilly y swing son los estilos musicales con los que se relaciona a la Big Band “Ray Collins’ Hot Club”.

Gracias al ciclo de conciertos Curtcircuit 2017, pudimos disfrutar de este conciertazo; estos alemanes le dieron la vuelta a la sala “Bikini” con un repertorio más cercano al rock and roll que al swing.

¿Diferencias? Si eres un apasionado del baile, sabes de lo que hablo. El swing y el rock and roll tienen estilos de baile similares, muy parecidos, con pasos semejantes en tiempos distintos. Es una pena, pero no todos los que bailamos swing sabemos bailar un boogie, al menos bien. Pero, sinceramente, con una banda así dándote semejante espectáculo, ¿quién se plantea perderselos un instante por un baile en pareja? ¿qué importa si se baila bien o mal?

Me disculpo con todos los músicos a los que no he prestado atención en festivales, fiestas o conciertos de swing, jazz, blues, aquellos cuya música he bailado, pero a los que no he contemplado con esa veneración que un músico espera, aquellos que crean una zona de confort a cada canción, y que, tanto en el caso de Ray Collins’ Hot Club como de Los Locos del Oeste, organizan un espectáculo impecable, tanto musical como interpretativamente.

Los Locos del Oeste

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Foto: Clara Orozco

Es la primera vez en mi vida que he subido corriendo unas escaleras para dejar todos mis bártulos en un guardarropa.

Y es que desde que escuché el primer tema de Los Locos del Oeste, y me vi rodeada de rockabillys y alemanotes de Hamburgo, todos en la unos treinta y cuarenta ciertamente avanzados, supe que, primero, iba a tener espacio para bailar, y segundo, que iba a ser un.

Los locos del Oeste fueron el descubrimiento de todos. Esos teloneros que tocan western swing y que parecen muy simpáticos y graciosos (y lo son) también son unos músicos como la copa de un pino que transmiten una energía y fuerza mucho más de standards de swing que Ray Collins y que funciona como un telonero absolutamente perfecto. Pese a no bailar boogie ni rock and roll, fue con ellos, con los que bailé por primera vez en la noche.

Mi primera impresión sobre lo difícil que iba a ser bailar esa noche, fue errónea. Tras una hora gozando con Los Locos del Oeste, la sala se había llenado por completo, cada vez más rockabillies y alemanes, incluso gente conocida de la comunidad swing. Ahí me planteé que la Ray Collins’ Hot Club Band debía ser increíble.

Ray Collins’ Hot Club Band

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Foto: Clara Orozco

Y fue entonces cuando esa banda de look vintage de fiesta, con trajes color berenjena (salvo Ray Collins, en beige) salieron a conquistar el escenario. 3 saxos, 1 trompeta, 1 contrabajo, 1 piano, 1 batería, 1 guitarra, 1 guitarra y voz.

Hora y media de concierto en la que pasaron por todos sus hits del High Life y Tohuwabohu. A nivel personal, yo hubiera escuchado un concierto entero y dedicado exclusivamente al disco Shaking that Boogie, pero cómo dejar fuera temazos como Barefoot, Bye Bye Paris o el propio High Life.

Músicos y audiencia disfrutaron igual del repertorio, ¿cómo no hacerlo? Siempre debería ser así.

Debo decir que ver una Big Band en concierto es una experiencia diferente a otros conciertos. Hay algo mágico en esa escena musical que te trae a épocas pasadas que, aunque desconoces, has visto en el cine clásico americano y en versiones más modernas mucho más focalizadas en el rockabilly como Imelda May o los Top Cats (recomendaciones de la que escribe).

Es cierto que Gene Simmons no se lanzará por una tirolina bajo el escudo de la Kiss Army, o que Madonna no hará una coreografía con el Like a Prayer que contradiga las leyes de la gravedad de cualquier pelvis de más de 50 años.

Estamos ante otra cosa. Y no deberíais perdérosla.


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