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El Lobo de Wall Street

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Mycroft221:

¿Qué harías si tuvieras todo el dinero del mundo en vuestra cuenta bancaria? Seguro que vuestro cerebro va como una moto para imaginarse todo lo que podríais comprar. Pues bien, si vais a ver El Lobo de Wall Street mejor que os llevéis papel para apuntar nuevas ideas. Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio vuelven a entregarnos una gran película que ya se ha ganado a la mayoría de la crítica. Ha llegado a España justo después de conseguir 5 nominaciones a los Óscar en categorías de alto nivel como mejor película, mejor director, mejor actor protagonista, mejor actor secundario y mejor guion adaptado.

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Basada en una historia real, DiCaprio interpreta a Jordan Belfort, un pez gordo de Wall Street que consigue millones de dólares con métodos de dudosa legalidad adicto a las drogas, al sexo y a toda clase de lujos. Durante 3 horas de película veremos las juergas más bestias que os podéis imaginar y las situaciones más absurdas y divertidas que os harán reír un buen rato. DiCaprio hace uno de los mejores papeles de su vida, ya que en esta ocasión ha demostrado sus muy variadas dotes de interpretación con un personaje que pasa por muchos estados emocionales causados por el abuso de drogas, problemas sentimentales, trabajo, el FBI, etc. Esperemos que con este trabajo consiga por fin su primer Óscar.

A medida que vas viendo la evolución del personaje a lo largo del film, intervienen personajes que aportarán más momentos WTF. La fugaz aparición de Matthew McConaughey en esta historia deja su huella en los 10 minutos que dura su intervención. Un lenguaje muy atrevido y directo acompañado de una chulería innata y unos tics marca Scorsese.

El otro personaje que se convierte en la mano derecha de nuestro protagonista es Donnie, un tipo gordito que está casado con su prima, interpretado por el siempre carismático Jonah Hill. Gracias a este personaje disfrutaremos de la mayoría de escenas absurdas de la película.

Todo lo que os he contado hasta ahora imaginad que está dentro de una coctelera y ahora la agitamos muy fuerte para que todo se mezcle bien en su justa cantidad para que cuando nos lo bebamos no echemos en falta ningún sabor. Así es El Lobo de Wall Street, lo tiene TODO. Y que no os asusten las 3 horas de duración, se pasan muy rápido. No lo dudéis e id a uno de los cines donde se proyecta la película. Recordad que Cinesa y Kinépolis no la proyectan debido al coste “excesivo”, según ellos, que les pide la productora Universal. Tiene gracia que esta película traiga problemas de pasta incluso fuera de la pantalla.

Victor:

El Lobo de Wall Street es un despolle, una partida de ojete, un desparrame, un festival del mal gusto, un escaparate de teturcias de todos los tamaños y colores, una papelera llena de billetes de cien, una moqueta de oficina con lamparones de lefa, un bukkake de enanos disfrazados de hombre bala, una tormenta de bello púbico, drogas y ferraris. Después de ver esta película será imposible volver a reírse con mediocridades como Resacón en las Vegas y cosas parecidas.

Suelo tener la risa fácil pero caprichosa. Me río mucho con lo que me hace gracia y a la vez me aburro mucho con lo que no. El Lobo de Wall Street me hizo llorar de la risa con una historia que no pretende ser otra cosa que lo que es. A pesar del título el argumento no pretende “denunciar” a los tiburones de Wall Street si no mostrarnos un personaje totalmente excesivo y destructivo capaz de vender cualquier cosa a cualquier persona. En el pasado he trabajado en el telemarketing y me he encontrado con esta fauna que sobrevive en los mas bajos fondos del sector comercial a base de devorar a los mas débiles, pisar a los que tiene debajo para escalar a lo mas alto y meterse rayas del tamaño de los pirineos de buena mañana. No se hasta que punto han exagerado la historia original (basada en el libro autobiográfico del protagonista) pero hasta donde yo he vivido en ese mundo puedo decir que poco habrán tendido que poner de su propia imaginación.

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Y Scorsese, no contento con ponerme frente a las narices una película redonda, llama a su actor fetiche y le da carta blanca para que haga lo que le apetezca. DiCaprio está desatado, sin importarle sobreactuar porque un drogado no se para a pensar que cojones está haciendo, en un papel que haría babear al Nicolas Cage más absurdo. Pone caras que antes ni existían, pasa de diálogos brutales a la comedia física en segundos, toca tetas con un arte sobrehumano y se merece un Oscar pero ya.

Evidentemente no es la mejor película de Scorsese pero sin duda es la mejor película que se ha hecho jamás… o al menos ese es el sabor de boca que te acuerdas de alguna de las escenas que pueblan una película que es larga y se hace corta.

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