No esperaba nada de “El Ministerio del Tiempo” (de hecho me crucé con ella de rebote, en modo troll y con el primer capitulo ya empezado), pero se ha convertido en una de mis series preferidas y es la primera en mucho tiempo que consigue atraparme y sentarme en el sofá. Tiene todo lo que le pido a una serie así que solo espero que mantengan el ritmo, que vaya mejorando poco a poco y que la renueven cuanto antes.
El Ministerio del Tiempo
Las series de televisión están viviendo una época dorada. Cada vez cuentan con más flexibilidad en los formatos de emisión, más medios y más calidad técnica. España en cambio juega en otra liga: los constantes cambios en la parrilla no hacen más que marear al espectador (que encima tiene que permanecer despierto hasta horas intempestivas), los inicios de temporada (y los estrenos) son postergados ad infinitum hasta que de repente un día se le encuentra un hueco apresurado, los productores asumen el mínimo riesgo… Además los mandamases no se atreven a salirse de la zona de confort, reproduciendo una y otra vez lo que ya ha funcionado antes y escogiendo a los actores por el numero de fans en vez de por lo ideal que resulte para el papel de turno. Un panorama nada halagüeño para que las cosas mejoren. Actualmente en televisión no hay espacio para la ciencia ficción o de producción española y cuando aparece, es en formato familiar, simplista y lleno de rostros que forran carpetas. Parece que nadie quiere correr ese riesgo en una época donde prima el dinero rápido y la búsqueda del rendimiento inmediato.
A pesar de todo hace un par de semanas comenzaba “El Ministerio del Tiempo”, una serie que ha conseguido ganarse a la critica, despertar el interés de un sector del publico que no acostumbraba a engancharse a series españolas, y sobretodo triunfar en las redes sociales, donde ya ha aparecido fan fiction y todo tipo de material relacionado. De hecho cada gag se convierte en un meme instantáneo. Es un fenómeno que no garantiza por si solo la calidad de la serie pero ayuda a entender el boom que ha supuesto su estreno. Convertir a Lope de Vega en trending topic o que los telespectadores acudan en masa a la Wikipedia para saber más sobre el Empecinado puede parecer un logro frívolo y pasajero, pero siempre es bueno despertar el interés por la historia de forma mas o menos masiva.
Una gran serie llena de grandes actores (y personajes)
“El Ministerio del Tiempo” es un departamento secreto del Gobierno español dedicado a custodiar y controlar el paso a unas misteriosas puertas que conectan con otros tantos lugares repartidos por la historia y la geografía española. En ocasiones alguien intenta cruzar con motivos interesados o cambia algo en el pasado a causa de intereses ajenos y los funcionarios del ministerio deben acudir la fecha histórica en cuestión y reparar el daño causado con tal de que evitar cualquier consecuencia catastrófica en el presente.
El primer capitulo comienza con el reclutamiento en distintas épocas de la historia de los que formaran el grupo protagonista de patrulleros del tiempo: Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda) es un honorable soldado de los Tercios del siglo XVI condenado a muerte, Amelia Folch (Aura Garrido) es una joven adelantada a su tiempo y una de las primeras mujeres en entrar en la universidad del siglo XIX, y Julián Martínez (Rodolfo Sancho) un enfermero del Samur incapaz de superar la muerte de su pareja. Este particular grupo está capitaneado por Ernesto Jiménez (Juan Gea), un misterioso funcionario de origen temporal desconocido, e Irene Larra (Cayetana Guillén Cuervo), una irónica mujer de los años 30 que no es hasta llegar a nuestros días cuando consigue encontrar la liberación cultural impuesta por su tiempo original. Al frente del Ministerio se encuentra un funcionario de nuestros días, Salvador Martí (Jaime Blanch), un hombre con carácter y una predilección especial por las reprimendas. Su secretaria es la nostálgica Angustias (Francesca Piñón), una mujer de principios del siglo XX.
Lo segundo que llama la atención en la serie (lo primero sería su impecable factura técnica) es lo acertado del casting. Tal y como suele suceder en las mejores producciones, es muy difícil escoger solo un personajes favorito, cada uno aporta algo especial a la historia y se complementan a la perfección. De hecho es en las escenas de grupo donde salta a la vista lo bien perfiladas que están sus personalidades y el contraste que se crea entre los pensamientos de las diferentes épocas (como es el caso de Amelia, que en su época es una estudiante brillante y en cambio en el año 2015 se siente algo perdida). Particularmente si me pusiesen una pistola en la cabeza y tuviese que escoger solo un personaje me decantaría por Entrerríos y su nostálgica memoria de una España que jamas volverá a ser tan grande, pero también suplicaría por incluir a Amelia Folch y a Irene Larra.
Las tramas se nutren ademas de varios momentos humorísticos que se generan de forma casi espontánea con el choque entre dos épocas. La serie no es una comedia al uso aunque parece buscar una risa casi constante. En cualquier momento pueda convertirse rápidamente en una escena tan profunda como en los últimos compases del segundo episodio, o en casi una “flipada máxima de serie B” como en la resolución del conflicto del tercer episodio (probablemente uno de los mejores momentos que ha dado la televisión española).
A todo lo comentado hay que añadirle las semillas que van plantando de forma continuada y que podrían germinar en cualquier momento. Me refiero a cosas como las puertas “defectuosas” que funcionan de forma extraña, la desconocida época originaria de Ernesto (apostaría a que procede del Imperio Romano), Amelia (¡Toda ella!), la ambigua Lola Mendieta (de la que hablaremos más adelante), Friki Leaks (que ha aparecido antes en las redes sociales que en la propia serie) y el papel que ejerce el propio Ministerio, amo y señor del tiempo, y lo peligroso que sería en manos “corruptas”…
El Ministerio del Tiempo y su papel como protectores de “lo malo conocido”
El objetivo principal del Ministerio es que no se altere absolutamente nada en el pasado, ya que como bien dicen “podríamos estar mejor, pero también podríamos estar peor”. A priori se niegan a cambiar hechos del pasado que supondrían algún beneficio inmediato para el país debido a los peligros del efecto mariposa. No tienen manera de comprobar las consecuencias que los cambios producidos en el pasado mejoraría el presente. Por lo tanto, prefieren ser precavidos y mantenerlo todo exactamente igual. Esta es una postura que crea instantáneamente claroscuros ya que el Ministerio no deja de ser un simple testigo al que se podría acusar de “omisión de socorro”. En sus manos estaría por ejemplo evitar el genocidio judío de la segunda guerra mundial o el atentado del 11M en Madrid. Sin embargo, se aferran a la creencia de que cualquier cambio podría empeorar el presente.
Particularmente creo que esto tiene algo de sentido en el caso de, por ejemplo, si intentásemos evitar la invasión musulmana de la península ibérica, ya que por intentar contrarrestar algo tan complejo podrían activar un efecto dominó amplificado por los siglos (se perdería de raíz una importantísima herencia lingüística y cultural, etc). En cambio creo que los hechos más cercanos en el tiempo no tendrían una repercusión tan directa, o al menos no sería percibida al no existir el futuro. Para que esta postura tuviese más fuerza habría que confirmar cual es la puerta más cercana en el tiempo ya que evitar el 11M un día después no supondría un riesgo de efecto en cadena (vuelvo a repetir, al no existir el “mañana”).
Como contrapunto de la actitud oficial tenemos a Lola Mendieta (Natalia Millán), la antagonista principal. Contraria a los actos del Ministerio, Lola cree que no hay que apartar la mirada de los problemas y que es posible mejorar el pasado y el presente si se actúa con cuidado. Sus actos son arriesgados, sobretodo el del primer capitulo, pero en el caso de su labor salvando a condenados por el régimen de franco en el tercer capitulo el peligro es mucho menor.
A pesar del férreo control que el Ministerio ejerce sobre el tiempo los pequeños cambios son constantes. Las puertas gozan de una seguridad bastante deficiente (¡alarmante diría yo!) y son un coladero en ambos sentidos. Los cambios van desde pequeños detalles, como la cruz de Santiago pintada en el pecho de Velázquez en el cuadro de las meninas, los tampones que Amelia se lleva al pasado o Julián siendo testigo de su propia primera cita, a una posible ruleta rusa temporal con la salvación del hijo de Alonso de Entrerríos o Hitler al borde del asesinato.
Otros cambios suceden por actos ajenos al Ministerio (de hecho esta es la mecánica episódica de la serie), como es el caso de la visita de Himmler a Montserrat en el capitulo tercero, buscando una de las puertas del tiempo, y que pasaría a la posteridad como un evento lleno de misterio y un ejemplo más de la excentricidad esotérica de la cúpula del Tercer Reich.
Las puertas del tiempo como patrimonio de España
Aún es pronto para aventurarse con teorías sobre el posible origen de las puertas (aunque quizá caigan algunos detalles en el próximo episodio) pero de momento se entiende que están ligadas de algún modo a España y su territorio. Es lógico pensar que puede ser una forma mas “cómoda” y controlada de comenzar una historia tan ambiciosa para, posteriormente, y con las bases ya asentadas, descubrir nuevos horizontes.
En principio el primero en conocer la existencia de dichas puertas sería el judío que entrega su secreto a la reina Isabel, con tal de salvar su vida (de forma fallida), pero este es un hecho en el que se ahondará en el siguiente episodio.
Así que un servidor va a dejar de calentarse más cabeza y se va a retirar a la espera de la emisión de los siguientes capítulos de la serie.
PD: Me gustaría hacer un último comentario sobre algo que puede llegar a preocuparme de el Ministerio del Tiempo (aunque por ahora no haya señales de peligro. De hecho diría que todo lo contrario). La historia puede ser un tema delicado dependiendo como se aborden determinados temas. España es un país con evidentes “enfrentamientos” históricos, ideológicos y territoriales (bueno, como casi todos los países) y tengo curiosidad por ver como esquivan o se enfrentan a determinados momentos de nuestro pasado. A pesar de todo, y viendo por ejemplo la recreación de Franco (brillante), creo que no hay absolutamente nada que temer.