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Arkham Asylum: una casa seria en una tierra seria

A estas alturas todos conocemos sobradamente a Batman. Sabemos su origen, sus traumas, sus grandes antagonistas y sus aliados en su causa. Sabemos que, en realidad, El caballero oscuro es Bruce Wayne, aunque no podemos estar muy seguros de quién se esconde detrás de quién: ¿es Batman el auténtico yo del millonario?; ¿es el vigilante un divertimento justiciero de Bruce? Imaginamos el skyline nocturno de Gotham y vislumbramos en el cielo su señal.

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¿A quién no le gusta Batman? ¿Quién no se siente intrigado? Un individuo atormentando convertido a superhéroe sólo a través de su inteligencia, su fuerza de voluntad y nada más. Y qué decir sobre su mayor enemigo, su némesis perfecta: el Joker. El gran villano, en cada historia distinto, en cada página diferente a la anterior; un antagonista que aún no tiene un claro origen -en breve DC lo desvelará- y que tras años de conflicto no deja de sorprender a Batman. Tan grande es, tan importante su dimensión, que tanto en cómics como en películas, suele levantar más expectación que el héroe protagonista.

Batman pasa por todo

A lo largo de cientos de cómics, Batman ha pasado por todo: Alan Moore le pone contra las cuerdas en ‘La broma asesina‘, torturándole a través de Jim Gordon y su hija Bárbara; Frank Miller reescribe su origen en ‘Batman año uno‘ y en ‘El Retorno del Caballero Oscuro‘ lo retira de la jubilación y lo lleva a enfrentarse a Superman; Jeph Loeb lo reta a descubrir a un misterioso asesino en ‘El largo Halloween‘; finalmente Neil Gaiman en ‘¿Qué le sucedió al cruzado enmascarado?‘ lo mata y reúne a sus amigos y enemigos en su velatorio.

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Una revuelta en Arkham Asylum

Con todo, por muy curtido que esté, hay escenarios que no puede ni imaginar y que sólo puede afrontar: una revuelta de todos sus enemigos -liderados por el Joker, como no- en Arkham Asylum, la prisión-manicomio de Gotham en la que están recluidos; su petición es una: «Ven con nosotros». Que la historia -‘Arkham Asylum: una casa seria en una tierra seria’- sea introducida por una frase de Lewis Carroll ya es un aviso de lo que está por venir:

«- Pero yo no quiero estar entre locos -comentó Alicia-.
– Oh, eso no puedes evitarlo -dijo el gato-. Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
– ¿Cómo sabes que yo estoy loca? -preguntó Alicia.
– Debes de estarlo -dijo el gato-, o no habrías venido aquí».

Prepárate para ver a Batman sufrir

Hasta el curtido comisario Jim Gordon -que bien sabe a lo que se ha enfrentado Batman- le advierte que no tiene por qué entrar en Arkham; que puede solventarlo de otra manera. Y que entiende que hasta el vigilante pueda tener miedo de lo que hay ahí. Y, en efecto, tiene miedo pero no del Joker, ni de Dos Caras, ni de ningún otro recluso; tiene miedo de que todos ellos tengan razón y que entrar en el manicomio «sea como entrar en casa». Aún así el Caballero Oscuro accede a la petición. «Que empiece la Fiesta de los Locos» dice el Joker.

A partir de este punto el guionista Grant Morrison lleva a Batman a un torbellino de locura y absurdidad. Por su parte Dave McKean ilustra la atmósfera -y unos de los mejores Batman y Joker- reflejando la falta de sentido y cordura en este entorno. Al traspasar las puertas de Arkham el protagonista absoluto es la locura, el caos, el sinsentido y ambos realizan una buena tarea mostrándolo.

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Las dos tramas presentes en este cómic se entrelazan y sus escenas se suceden manteniendo al lector pendiente de un hilo; entre estas últimas mi preferida es la propuesta del Joker de someter a Batman al Test de Rorschach y a la Asociación de palabras. Tremendo; ¿para qué urdir una trampa mortal o buscar una arma definitiva para tu gran rival si puedes tenerlo lloriqueando con sólo una cartulina con una mancha o unas pocas palabras?

«Cuesta imaginar que este sitio pueda contribuir a la salud mental de nadie» dice Batman, pero no tiene ni idea de lo acertado que está. Ni tan siquiera nosotros, lectores que sabemos más que él, podemos estar seguros de quién es el loco, quién está cuerdo, o si todos están como una regadera; si el manicomio está entre los muros de Arkham o fuera, allá en la ciudad de Gotham. Y ni siquiera hay esperanza: «Ni siquiera puedo rezar. Porque no tengo Dios», dice de nuevo el Caballero Oscuro.

Una lectura más que recomendable si quieres saber más acerca de Batman. No esperes verlo enfrascado en una lucha épica, pero prepárate para verlo sufrir como pocas veces.

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