Hace apenas unos días llegó a nuestros cines el tercer y último capítulo cinematográfico de la saga iniciada con ‘El Corredor del Laberinto’, dirigido, como en su anterior entrega ‘El Corredor del Laberinto: Las Pruebas’, por el mismo director llamado Wes Ball. Algo, curiosamente, muy poco habitual en este prolífico pseudo-género de las sagas juveniles. El intento de 20th Century Fox de cosechar el éxito de franquicias como la saga Crepúsculo, Los Juegos del Hambre o, en otra liga diferente ya que juega con un target mucho más amplio, Harry Potter, después de ver fracasar propuestas como Hermosas criaturas, Cazadores de sombras, La Quinta Ola o la saga de Divergente, cancelada tras el batacazo en taquilla de su tercera entrega.
Aprovechando el notable éxito que la primera película cosechó en la gran pantalla, tan solo tuvimos que esperar un año para la llegada de su secuela, en una gran e inteligente jugada por parte del estudio que, sin embargo, nos ha hecho esperar hasta ahora para conocer el desenlace de la historia de Thomas (Dylan O’Brien) y sus compañeros de viaje en la lucha frente a la ¿malvada? organización CRUEL. en busca de las respuestas a todas sus preguntas, algo para lo que quizás no esté preparado.
Gran parte de la culpa en esta espera la encontramos en el desgraciado accidente que sufrió el propio actor en el rodaje de esta El Corredor del Laberinto: La Cura Mortal, aunque os podemos asegurar que ha merecido la pena, especialmente si sois seguidores de la franquicia. Eso sí, he de reconocer que el encanto que tanto me sedujo de su primer capítulo, poco tuvo que ver con el posterior desarrollo de fantasía distancio-romántica. Aunque para ser justos, hay que reconocer que poco tiene de romanticismo, mérito de la obra literaria del escritor James Dashner.
No hay duda de que el cineasta Wes Ball y su equipo han logrado plasmar satisfactoriamente la esencia de la saga, a pesar de que algunos elementos importantes hayan pasado desapercibidos, destacando especialmente en sus set pieces de acción francamente brillantes en esta nueva entrega.
Sobra decir que los espectadores que hayan llegado a este punto sin encontrar demasiado atractivo en su trama y personajes, tampoco lo harán en esta ocasión, siendo prácticamente un requisito indispensable haber disfrutado con las entregas que la preceden.
No voy a negar que su guión en ocasiones nos lleva a ciertos agujeros e inconexos que resultan fácilmente perdonables gracias a su eficiente ritmo narrativo, acción de carácter escapista y, sobretodo, a un reparto juvenil más que solvente más allá de su protagonista.
Destacan los roles de Teresa (Kaya Scodelario) como peculiar y extraña revisión del mito de Julieta, un buen puñado de “clarianos” a los que es imposible no cogerles cariño, y un villano a la altura de las circunstancias, encarnado por un convincente Aidan Gillen al que muchos conocerán por su participación en la serie de televisión Juego de Tronos. Entre todos han logrado que este desenlace de la trilogía contenga una buena dosis de acción y aventura, todo ello envuelto por un empaque emocional que alcanza todo su clímax en un intenso final muy por encima de la media.
La saga de El Corredor del Laberinto quizás no entrará en el olímpo de las mismas, pero como espectador habitual de este tipo de producciones, resulta de lo más recomendable, especialmente para el público juvenil, obsequiándonos con un final más que satisfactorio que, sin embargo, nos deja una serie de dudas y preguntas en el aire sobre ciertos aspectos de la trama.
No es casual que, más allá del factor puramente comercial, James Dashner haya decidido arrojar un poco de luz sobre el origen de sus personajes, CRUEL o el virus mortal de la llamarada, con la publicación de dos novelas anteriores a la historia que todos conocemos y que, difícilmente, veremos en pantalla.
Ahora solo nos queda conocer cuál será la próxima saga juvenil elegida en alzarse como relevo cinematográfico en una época en la que las producciones de la todopoderosa Marvel/Disney y DC/Warner Bros dominan el mercado.
Hasta siempre Thomas.