Hace tiempo que no salía del cine con una sensación similar a la que me dejó Mistress America (exceptuando Victoria, con la que me quedé boquiabierta varias horas). Hablo de esa empatía que consigues con sólo algunos personajes, que te hacen pensar sobre ti mismo, porque son un reflejo de algo que has vivido o que te es familiar. Hay historias asombrosas, como la de The Martian (que me dejó un poco fría a pesar de tener una relación de amor-odio con Ridley Scott, sería por la americanada que resultaba ser en el fondo), y hay historias que se quieren acercar a la realidad. Las películas de Noah Baumbach están en el segundo saco. Os presento a Mistress America.
Tracy se muda a Nueva York para estudiar en la universidad y convertirse en una escritora, pero no conoce a nadie. El asunto es que su futura hermanastra, Brooke, vive en Times Square. Se llaman. Se conocen, y Tracy queda fascinada por la increíble y compleja mujer que es Brooke. De este modo, decide escribir sobre ella, y la hace su musa (desde la sombra).
A pesar de que el trailer quiere mostrar más el lado divertido de la película, no creo que ésta sea una comedia ligera, aunque sí fácil de ver (como siempre, Baumbach). Es una carcajada, una depresión, un interrogante, el miedo, lo es todo. Puede que a mi me haya llegado más esta película, pues tiene muchas conexiones con mi vida real. Al fin y al cabo, soy escritora, como Tracy. Y Baumbach sabe muy bien lo que es crear personajes que se acercan a alguien del círculo próximo al escritor. Lo duro que es, escribir sobre la verdad irrefutable de una persona, y ser fiel a la realidad aunque ésta sea cruel, y lo fácil que es pensar que escribiéndola los estás traicionando.
Baumbach y sus hijos del arte. En este film vuelven a aparecer temas como la búsqueda de uno mismo, de la madurez, el autoconocimiento y la difícil tarea de convertirse en artista y tener una sensibilidad extraña hacia la vida. Vuelve a ser melancólica y cómica, y es más Frances Ha que Mientras seamos jóvenes. Como siempre, habla del temido fracaso con mucho humor, dejando a su musa, Greta Gerwig, en un pedestal donde las grandes actrices se sitúan. No os quiero decir nada que os vaya a dejar sin disfrutar en el momento de descubrirlo, sólo diré que de antihéroes va la cosa. ¿Pero que personaje es mejor que un personaje imperfecto? Ninguno. La buena salsilla está en los defectos, y los personajes de este film tienen para dar y tomar.
Lo más bonito de Mistress America (y de Frances Ha) es que los sueños utópicos no se cumplen, porque son historias reales. La vida no acaba como te lo habías imaginado, pero algunas veces recoges cosas mejores que las que te habías imaginado, en el camino. Mistress America no vende humo, es una buena lección de cómo adaptarse a las condiciones que te da la vida y a la frustración que eso conlleva. Y ¿es la segunda parte de Frances Ha? No. Gerwig hace un papel con más matices, más complicado y que se sitúa en otra fase de la vida que la de Frances (su anterior personaje en la anterior película de Baumbach). Además, ésta tiene una personalidad arrolladoramente distinta. Otra sorpresa del casting es el papel principal de Tracy, interpretado por Lola Kirke ¡La hermana pequeña de nuestra queridísima Jemima Kirke (Jessa de Girls)! Y para los fans del director, me pareció ver a Mickey Sumner (Sophie, en Frances Ha), tres segundos en un frame. Si la veis, me lo decís. Yo creo que sí.
¿Quién es Brooke, entonces? Brooke son todas aquellas personas que no se conocen a ellas mismas y luchan contra algo que está en su naturaleza. ¿Y quién es Tracy? Tracy son todas aquellas personas que viven en los demás, observadoras, que aún no saben cómo ser alguien en la vida. Con un guión divertido y crudo a la vez, Mistress America nos devuelve ese estilo que tanto nos gusta del Baumbach del 2012, con grandes personajes y un final catastróficamente perfecto. Yo, me he enamorado. Otra vez.
El 20 de noviembre llega a las salas españolas, después de haberlo petado en Sundance. Avisados estáis.