Hay películas que lo tienen todo a su favor, y a la vez en contra, para triunfar o, por lo menos, convertirse en uno de los estrenos del género de terror más potentes e interesantes de los últimos meses. Y si me apuráis, incluso diría que de los últimos años junto a algunas pocas más elegidas.
Pues bien, Un lugar Tranquilo es uno de los más claros ejemplos de este extraño fenómeno. Me explico.
El visionado de la cinta resulta una experiencia (tensamente) gratificante, pero a su vez, requiere de una implicación enorme ya no solo por parte del espectador para entrar en su juego, y quizás perdonarle ciertas situaciones que bordean el límite de nuestra credibilidad, sino por el propio escenario en el que nos encontremos.
Y es que si algo necesita para funcionar como debería es un silencio absoluto que nos transporte al centro de su acción. Algo tan desgraciadamente difícil hoy en día en nuestras salas de cine que me genera series dudas de su éxito en el circuito más comercial. Pero vayamos por partes.
¿De qué va Un lugar tranquilo?
La película, básicamente, sigue la historia de una familia que vive en una casa en el bosque, cuidándose (mucho) de no emitir ningún sonido. Si no te escuchan, no pueden cazarte… y os recomiendo saber poco más que este punto de partida para descubrir de la forma más virginal e inocente posible todo lo que nos tiene que ofrecer. Que creédme, es mucho.
El resultado es un magnífico ejercicio de terror, donde primera el suspense y la tensión se puede cortar constantemente con el filo de un cuchillo, honesta consigo mismo y envuelta en cierto aura de obra de autor. Pocos personajes bastan para su desarrollo, aún menos localizaciones, y una duración de apenas hora y media, tan poco habitual en el cine contemporáneo, que juega completamente a su favor para condensar de forma adecuada la aterradora experiencia.
El equipo detrás de Un lugar tranquilo
La dirección de John Krasinski, conocido hasta la fecha por su labor tras la cámara en el cine y la televisión destinada a la comedia como en Los Hollar (2016), la archiconocida The Office (2010-12) o Entrevistas Breves con Hombres Repulsivos (2009). La película resulta sorprendentemente solvente, y es que parece tener muy claro lo que quiere y como lo quiere, narrando una historia con un ritmo y capacidad de atracción endiable, en la que apenas nos permite un minuto de respiro. Algo trascendental para adentrarnos en su propio universo dejando de ser simples espectadores pasivos. Si a todo esto le sumamos su papel en el guion, producción y, sobretodo, rol como padre de familia, mi admiración es máxima.
Pero no está solo en el reparto. A su lado brillan dos nombres más.
Por un lado la siempre eficiente Emily Blunt, en este caso como madre sufridora a la par que luchadora, en una de sus actuaciones que más me han cautivado des del otro lado de la pantalla.
Y por otro, encontramos la sorpresa del film. Millicent Simmonds como Reagan, la hermana mayor, que padece de sordera y se convertirá en el motor que mueva el arco narrativo. ¡Bendita juventud! Como apunte curioso, simplemente añadir que la joven actriz sufrió un accidente médico con apenas un año de vida, que le causó la pérdida de audición.
En conclusión…
Además las cartas, el elemento terrorífico de la obra y el entorno, se nos muestra solo comenzar la película. Eso le libera de la necesidad de buscar un giro de guion que justifique su clímax o el factor sorpresa, jugando con la mezcla de géneros que van del thriller al cine mudo.
Es cierto que quizás a algunos no les convenza el diseño o el CGI empleado para su puesta en escena, así como los innecesarios jump scares y algunas herramientas tan convencionales y habituales del cine de terror actual, aunque es probable que mucho de eso se lo debamos a uno de los nombres que aparecen en los créditos como productor. Correcto, el señor Michael Bay, responsable también, y con desigual resultado, de remakes como ‘La Matanza de Texas’, ‘Viernes 13’ o ‘Pesadilla en Elm Street’.
Seamos sinceros, Un Lugar Tranquilo puede tener algunos fallos, como los comentados anteriormente, un devenir en la trama que quizás muchos no entiendan dado el entorno en el que se mueve, o una secuencia final de discutible armonía narrativa en el conjunto del film, pero que a diferencia de lo que ocurría por ejemplo en Calle Cloverfield 10 (Dan Trachtenberg, 2016) sabe finalizar en el momento adecuado.
Por cierto, no es de extrañar que se rumoreara o contemplará la posibilidad de incluirla o relacionarla de alguna forma con el universo de Calle Cloverfield 10, aunque le hubiera quitado el protagonismo y autonomía que merece por méritos propios. Necesitamos más cine de género valiente y arriesgado como este.