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‘Maligno’, una imperfecta carta de amor al cine de terror de videoclub

Sin duda alguna el retorno de James Wan al cine de terror es un acontecimiento digno de ser celebrado por todo lo alto, no en vano en su filmografía podemos encontrar títulos imprescindibles del género como Saw, Expediente Warren o Insidious, por citar tan solo algunos ejemplos que, a su vez, han generado franquicias o universos propios.

Pero lo cierto es que Maligno nos ha dejado cierto sabor agridulce aunque será mejor comenzar por el principio e ir por partes.

¿Pero de qué va la película Maligno?

Madison es una mujer que tiene unas macabras pesadillas que le dejan completamente paralizada. Aterrada por lo que ve en ellas, Madison no consigue dormir por las noches ni vivir por el día. Pero el terror cada vez se irá apoderando de ella cuando descubre que esas pesadillas no son sueños, sino que son hechos de la vida real.

Maligno James Wan

Y con esta interesante premisa se firma un guion coescrito por el mismo Wan junto a Ingrid Bisu y Akela Cooper (demasiadas manos que no suelen presagiar nada bueno) con tantos aciertos como, para nuestra desgracia, errores.

Eso sí, la película es todo un guilty pleasure tanto para el propio cineasta como para su legión de seguidores, que le sirve tanto para rendir homenaje a su querido giallo como para navegar de lo policíaco al slasher sin ningún tipo de pudor, una carta de amor a los extinguidos video clubs, como si de una especie de grandes éxitos se tratara. Aunque de resultado desigual.

James Wan por James Wan

El sello del director, así como una libertad creativa que lleva al límite durante todo el largometraje y que termina en una gran explosión final en su tercer acto (y que levantará ampollas y alimentará animados debates entre sus espectadores) son, sin duda alguna, puntos a favor que encuentran su cómplice climático en algunas secuencias de puro terror y una descarada orgía sangrienta que hará las delicias de aquellos que busquen diversión y emociones fuertes como si de una montaña rusa se tratara.

Imposible no dejarse llevar por esas impecables coreografías e inmaculado montaje que pone de manifiesto el innegable talento que hay detrás. Y es que Wan se gusta y se deja llevar, eso sí, en exceso y sin filtros, para bien y para mal.

Desgraciadamente, por otra parte, la película sufre de unos diálogos que en demasiadas ocasiones rozan lo ridículo y que, más allá de algunas actuaciones realmente destacables como en el caso de la protagonista Annabelle Wallis, estas no ayudan precisamente a establecer una relación entre los personajes que resulte creíble, sintiéndose forzadas, inverosímiles e incluso, por momentos, sonrojantes, más propias de una cinta de serie b que de un título como el que nos ocupa.

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El tema del giro final que tanto va a dar que hablar, o eso se pretende, y que de hecho ya nos lo avanzan desde el inicio, ya lo dejamos a gusto del consumidor. En nuestro caso, nos funciona. Y muy bien.

En conclusión…

Sí, Maligno es una propuesta tan irregular como disfrutable si se le saben perdonar sus pecados y uno se deja llevar por su faceta y su halo más fantástico y de espíritu valiente. Un neo noir que bien podría definirse como el imperfecto capricho de uno de los cineastas de mayor influencia y talento del cine de terror de los últimos años.

Una experiencia cinematográfica que, eso sí, bien merece una oportunidad ya sea por el simple hecho de poder alabarla o criticarla ya que resulta prácticamente imposible que nos deje indiferentes. Y eso, seamos sinceros, es algo que solo está al alcance de los genios.